¿Son iguales para hombres y mujeres los efectos debidos a la exposición a agentes químicos? - Prevención
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Médico de Trabajo, doctora en Toxicología CERpIE-UPC, AOU Careggi, Florencia, Italia · Técnico Superior en Higiene Industrial de MC MUTUAL

Actualmente, en el mundo laboral se utilizan una gran cantidad y variedad de productos químicos. La exposición a estos y a las sustancias químicas que contienen, ya sea por vía digestiva, cutánea o respiratoria, puede provocar efectos nocivos en la salud.
El hecho de que existan diferencias entre hombres y mujeres en cuanto a la constitución física, fisiológica y hormonal, entre otras, conlleva que los posibles daños provocados por la exposición a sustancias químicas varíen.
DIFERENCIAS EN EL SISTEMA ENDOCRINO
Los disruptores endocrinos pueden afectar al sistema hormonal de forma distinta según el sexo.
Actualmente, la Agencia Europea de Agentes Químicos (ECHA) ha identificado 96 sustancias que potencialmente podrían actuar como disruptores endocrinos y, además, 18 sustancias han sido clasificadas como tal. Entre ellas se encuentran algunos ftalatos1, sustancias químicas usadas como componentes de determinados plásticos. Igualmente, hay indicios de la existencia de muchas más sustancias que se podrían clasificar como disruptores endocrinos2,3.
Algunos de estos disruptores podrían interferir en la síntesis, acción y metabolismo de las hormonas sexuales, provocando alteraciones de la fertilidad, infertilidad o tumores en mujeres y en hombres4. En mujeres, la exposición a estos tóxicos puede asociarse, entre otras patologías, a alteraciones de la reproducción como la endometriosis6.
En relación con los hombres, entre otros efectos, está descrito que la exposición a disruptores endocrinos puede afectar de forma negativa a la calidad del semen7.
DIFERENCIAS FISIOLÓGICAS
Menstruación
En cuanto a las interferencias de los tóxicos en la fisiología de la mujer, se puede destacar cómo la disminución del hierro corporal derivado de la pérdida menstrual de sangre provoca un aumento en la absorción de ciertas sustancias. Esto sucede con el cadmio, lo que implicaría un incremento de su toxicidad8.
Menopausia
Por otra parte, la menopausia comporta una pérdida progresiva del calcio óseo (osteoporosis), conllevando que las mujeres sean más susceptibles a la toxicidad de determinados metales como el plomo11.
Tejido graso
En general, las mujeres presentan una mayor concentración de tejido graso, lo que facilita la acumulación de sustancias lipófilas, como algunos disolventes, en el organismo. Entre ellos se pueden mencionar el benceno y el cloruro de metileno13, los cuales, una vez acumulados, podrían ser liberados posteriormente y ejercer un efecto tóxico de forma prolongada, incluso después de haber cesado la exposición.
Aparato reproductor
El aparato reproductor femenino y masculino son sensibles a los agentes tóxicos y los efectos observados son diferentes entre ambos sexos.
Varios estudios sugieren que la exposición a metales podría afectar a los ovarios, así como a la producción y liberación de las hormonas implicadas en el embarazo14.
Por otro lado, se sabe que algunas sustancias afectan a los espermatozoides, provocando esterilidad entre los trabajadores expuestos. Un buen ejemplo de ello fue la exposición a dibromocloropropano (DBCP), un plaguicida utilizado en las fincas bananeras de Costa Rica, que provocó la esterilidad de 1.500 trabajadores15.
Embarazo
Durante el embarazo, determinadas sustancias químicas pueden atravesar la barrera placentaria y afectar al feto16. Es el caso del mercurio, que provoca alteraciones del sistema nervioso fetal, y también de otras sustancias como éteres de glicol, de los cuales se sospecha un efecto similar17.
Algunos estudios han relacionado determinados disolventes orgánicos y clorados con efectos adversos sobre el embarazo. Además, existen indicios de que disolventes liposolubles y de bajo peso molecular, como el tolueno, el xileno y el tetracloroetileno, pueden pasar la barrera placentaria y llegar al feto18.
CARENCIA DE INFORMACIÓN
Lamentablemente, la información disponible para poder evaluar las consecuencias en la salud de la exposición a sustancias químicas diferenciada por sexo es escasa e incompleta.
Hay que tener en cuenta que, a lo largo del tiempo, los estudios se realizaban principalmente en sectores económicos con mayor presencia de hombres, ya que la participación femenina en el mercado laboral era, hasta hace poco, reducida. Por este motivo, los resultados de las investigaciones obtenidos en la población masculina se han extrapolado a la femenina, llegando así a conclusiones que podrían ser erróneas en relación con los riesgos para las mujeres trabajadoras.
Este sesgo se ve reflejado en los valores límites de exposición, los cuales están basados en estudios toxicológicos y epidemiológicos realizados en clave masculina. Por este motivo, la Sociedad Francesa de Medicina del Trabajo propone adaptaciones de estos en relación con las mujeres embarazadas19.
Por otra parte, algunas enfermedades, como el cáncer, se manifiestan tras un periodo largo de tiempo. Ante una mayor inestabilidad laboral histórica de las mujeres20, resulta más complicado su seguimiento y, por tanto, dificulta poder relacionar la exposición a sustancias químicas con el desarrollo posterior de este tipo de enfermedades.
Ante todo esto, es necesario reorientar los estudios sobre riesgos y efectos causados por la exposición a las sustancias químicas, tanto en el diseño como en la realización e interpretación de los resultados, para que se considere la especificidad de la mujer. Un ejemplo de ello es un estudio reciente que asocia la exposición laboral de una cohorte de madres a polvos orgánicos (madera, harina, fibra de papel, etc.) y polvos minerales (sílice, etc.) con efectos cardiacos congénitos21.
Como conclusión, es prioritario integrar la dimensión de la mujer en las políticas y actuaciones relacionadas con la salud laboral desde la perspectiva de la prevención y la vigilancia de la salud.
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Médico de Trabajo, doctora en Toxicología CERpIE-UPC, AOU Careggi, Florencia, Italia · Técnico Superior en Higiene Industrial de MC MUTUAL

Actualmente, en el mundo laboral se utilizan una gran cantidad y variedad de productos químicos. La exposición a estos y a las sustancias químicas que contienen, ya sea por vía digestiva, cutánea o respiratoria, puede provocar efectos nocivos en la salud.
El hecho de que existan diferencias entre hombres y mujeres en cuanto a la constitución física, fisiológica y hormonal, entre otras, conlleva que los posibles daños provocados por la exposición a sustancias químicas varíen.
DIFERENCIAS EN EL SISTEMA ENDOCRINO
Los disruptores endocrinos pueden afectar al sistema hormonal de forma distinta según el sexo.
Actualmente, la Agencia Europea de Agentes Químicos (ECHA) ha identificado 96 sustancias que potencialmente podrían actuar como disruptores endocrinos y, además, 18 sustancias han sido clasificadas como tal. Entre ellas se encuentran algunos ftalatos1, sustancias químicas usadas como componentes de determinados plásticos. Igualmente, hay indicios de la existencia de muchas más sustancias que se podrían clasificar como disruptores endocrinos2,3.
Algunos de estos disruptores podrían interferir en la síntesis, acción y metabolismo de las hormonas sexuales, provocando alteraciones de la fertilidad, infertilidad o tumores en mujeres y en hombres4. En mujeres, la exposición a estos tóxicos puede asociarse, entre otras patologías, a alteraciones de la reproducción como la endometriosis6.
En relación con los hombres, entre otros efectos, está descrito que la exposición a disruptores endocrinos puede afectar de forma negativa a la calidad del semen7.
DIFERENCIAS FISIOLÓGICAS
Menstruación
En cuanto a las interferencias de los tóxicos en la fisiología de la mujer, se puede destacar cómo la disminución del hierro corporal derivado de la pérdida menstrual de sangre provoca un aumento en la absorción de ciertas sustancias. Esto sucede con el cadmio, lo que implicaría un incremento de su toxicidad8.
Menopausia
Por otra parte, la menopausia comporta una pérdida progresiva del calcio óseo (osteoporosis), conllevando que las mujeres sean más susceptibles a la toxicidad de determinados metales como el plomo11.
Tejido graso
En general, las mujeres presentan una mayor concentración de tejido graso, lo que facilita la acumulación de sustancias lipófilas, como algunos disolventes, en el organismo. Entre ellos se pueden mencionar el benceno y el cloruro de metileno13, los cuales, una vez acumulados, podrían ser liberados posteriormente y ejercer un efecto tóxico de forma prolongada, incluso después de haber cesado la exposición.
Aparato reproductor
El aparato reproductor femenino y masculino son sensibles a los agentes tóxicos y los efectos observados son diferentes entre ambos sexos.
Varios estudios sugieren que la exposición a metales podría afectar a los ovarios, así como a la producción y liberación de las hormonas implicadas en el embarazo14.
Por otro lado, se sabe que algunas sustancias afectan a los espermatozoides, provocando esterilidad entre los trabajadores expuestos. Un buen ejemplo de ello fue la exposición a dibromocloropropano (DBCP), un plaguicida utilizado en las fincas bananeras de Costa Rica, que provocó la esterilidad de 1.500 trabajadores15.
Embarazo
Durante el embarazo, determinadas sustancias químicas pueden atravesar la barrera placentaria y afectar al feto16. Es el caso del mercurio, que provoca alteraciones del sistema nervioso fetal, y también de otras sustancias como éteres de glicol, de los cuales se sospecha un efecto similar17.
Algunos estudios han relacionado determinados disolventes orgánicos y clorados con efectos adversos sobre el embarazo. Además, existen indicios de que disolventes liposolubles y de bajo peso molecular, como el tolueno, el xileno y el tetracloroetileno, pueden pasar la barrera placentaria y llegar al feto18.
CARENCIA DE INFORMACIÓN
Lamentablemente, la información disponible para poder evaluar las consecuencias en la salud de la exposición a sustancias químicas diferenciada por sexo es escasa e incompleta.
Hay que tener en cuenta que, a lo largo del tiempo, los estudios se realizaban principalmente en sectores económicos con mayor presencia de hombres, ya que la participación femenina en el mercado laboral era, hasta hace poco, reducida. Por este motivo, los resultados de las investigaciones obtenidos en la población masculina se han extrapolado a la femenina, llegando así a conclusiones que podrían ser erróneas en relación con los riesgos para las mujeres trabajadoras.
Este sesgo se ve reflejado en los valores límites de exposición, los cuales están basados en estudios toxicológicos y epidemiológicos realizados en clave masculina. Por este motivo, la Sociedad Francesa de Medicina del Trabajo propone adaptaciones de estos en relación con las mujeres embarazadas19.
Por otra parte, algunas enfermedades, como el cáncer, se manifiestan tras un periodo largo de tiempo. Ante una mayor inestabilidad laboral histórica de las mujeres20, resulta más complicado su seguimiento y, por tanto, dificulta poder relacionar la exposición a sustancias químicas con el desarrollo posterior de este tipo de enfermedades.
Ante todo esto, es necesario reorientar los estudios sobre riesgos y efectos causados por la exposición a las sustancias químicas, tanto en el diseño como en la realización e interpretación de los resultados, para que se considere la especificidad de la mujer. Un ejemplo de ello es un estudio reciente que asocia la exposición laboral de una cohorte de madres a polvos orgánicos (madera, harina, fibra de papel, etc.) y polvos minerales (sílice, etc.) con efectos cardiacos congénitos21.
Como conclusión, es prioritario integrar la dimensión de la mujer en las políticas y actuaciones relacionadas con la salud laboral desde la perspectiva de la prevención y la vigilancia de la salud.